Hoy no hay frase, ni canción, ni reflexión, hoy sólo hay palabras mal ordenadas, soltadas a despojo dentro de mi confusión e irritación del día de hoy.
Querido y odiado enero, hoy es tu último día, obviamente tú lo sabrás pero resulta que yo no era consciente, han ido pasando los días, las semanas y hasta hoy no he abierto los ojos y he gritado: ¡MAÑANA ES FEBRERO! Y de ahí viene mi irritación de hoy, no me gusta nada esta sensación, la sensación de haber vivido 31 días sin darme cuenta, sin ser consciente de que estaban pasando. Me gusta exprimir más los días, sacar más cosas buenas de ellos pero esta vez no he podido, no he encontrado un sólo motivo para alegrarme de que se acabe este mes y más cuando es el primero del año, cuando según nuestra sociedad es el momento de cambiar, de ponernos nuevas metas y objetivos y de afrontar los miedos que tenemos los 11 meses restantes del año.
Quizás sea por eso, por las expectativas que nos imponen desde siempre, por los falsos mitos y típicos tópicos. Quizás no sea mi culpa, quizás este pagando mi enfado con un imaginario mes que me acabo de inventar para poder desahogarme y la verdadera culpa la tenga nuestra sociedad, ella tiene la culpa de que no me sienta realmente satisfecha con lo que he hecho este mes, ella tiene la culpa de que sienta que no he dado lo suficiente de mí.
Yo no me tengo porque sentir así, cada día he hecho lo que me ha apetecido en cada momento, he cumplido con mis obligaciones a la vez que he disfrutado de mi tiempo libre, me he rodeado de gente que me quiere, he celebrado cumpleaños, he celebrado la vida, he ido al cine, de compras, a pasear, he leído buenos libros, he tomado buenas cervezas, de esas que tomas porque sí, porque te apetece celebrar que estás vivo y estás viviendo la vida que quieres, he tenido malos ratos, he tenido discusiones, he tenido risas, pero no lágrimas, he tenido sueños y desvelos, he tenido letras y poesías, he tenido carreras duras y otras fáciles y relajantes, he tenido entrenos dónde me he dejado la piel, he tenido momentos a solas conmigo, he tenido tés a media tarde que me dan la vida, he tenido horas llenas de buena música y conciertos a solas en mi coche, he tenido paseos interminables por la montaña, he tenido mis días sin más.
Sí, he tenido la vida que quiero vivir, he hecho lo que realmente me hace feliz, así que no, no me voy a quejar por este mes de enero porque no haya hecho lo que se supone que se debe hacer, voy a llevarme todo lo positivo de todos los días y aunque no me guste que el tiempo pase tan rápido, prometo ser positiva y pensarme las cosas dos veces antes de enfadarme por ello.
Cómo puede cambiar todo en cuestión de minutos, como una carta llena de indignación e irritación puede convertirse en una lección para uno mismo, en un cambio de perspectiva del día a día. Me doy cuenta de que esto lo podría hacer cada día con cualquier problema que se cruzase en mi camino, cuando me enfado y me quejo debería pararme y pensar mejor las cosas, darles la vuelta, ver las cosas buenas que me puede aportar porque aunque sea difícil, tenemos que encontrarlas si queremos alejar las malas energías, tenemos que encontrar cosas buenas para seguir caminando cada día hacía la dirección que nosotros queramos. Así que hoy, aquí, último día de enero, prometo parar, pensar, y valorar más las cosas antes de criticarlas y darles otra oportunidad.
Así que querido Enero, en tus últimos suspiros, te doy las gracias por los maravillosos días y momentos que me has dado, prometo mantenerte en mi recuerdo como un mes frío pero lleno de buena energía y pensamientos y sobretodo por la gran lección que me has regalado en tu último día de este año. Gracias y hasta el año que viene.
S.